El nacimiento de la fotografía en la Bauhaus es espontáneo, surge como una necesidad por parte de estudiantes y profesores aficionados de atrapar con sus cámaras de bolsillo la vida que en ella acontece.
Hasta 1929 la fotografía no se convierte en asignatura
oficial pero ya entonces maestros y alumnos habían aprovechado el potencial
creativo de esta actividad en sus propios trabajos, que enseguida superan la
mera descripción para convertirse en el vehículo de un nuevo lenguaje.
Moholy Nagy, Herbert Bayer y Josef Albers se encontraron
entre los primeros fotógrafos aficionados de la Bauhaus. Al no existir
infraestructura alguna las copias se revelaban en lavabos o estancias de las
viviendas de profesores que estos cedían como cuarto oscuro.
Moholy Nagy se convirtió en el defensor de la integración de
la fotografía en el plan de estudios y la introdujo de forma no oficial en sus
clases. No estaba interesado en la representación de los objetos cotidianos
sino en la posibilidad del lenguaje de la cámara de enriquecer la percepción
humana añadiendo una nueva dimensión visual que implicaba la autoría.
La cámara, dice Moholy Nagy, produce una imagen púramente
óptica, nuestra mirada completa la imagen a través de nuestra experiencia
intelectual. El resultado es la imagen
de la imaginación.
Sus fotografías intentaban romper con la visión
más obvia y ponían a prueba el medio sin profundizar en la técnica, siempre con
un fin experimental, de transgresión del espacio percibido por el ojo humano y
con un fuerte carácter estético.
Aquellos que carezcan de su prótesis óptica, decía Moholy, no podrán ver el mundo
Ana Espinosa GV